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sábado, julio 23

Notas sobre la rebelión restauradora. (3)

Ilustraremos la nota de hoy, con las fotografías de la expulsión del cura párroco de Franqueville, por orden de su Obispo y con intervención de la fuerza pública (Francia). El delito del sacerdote, de 67 años de edad y 40 de cura, es seguir rezando la Misa con el antiguo misal. Los gendarmes clavaron las puertas de la iglesia, para que el "rebelde" no volviera. Es un testimonio del ambiente  eclesial, en los primeros años de los 70... ***


por el Acólito Suplente


Los rebelados de nuestra historia, dicen actuar amparados por el Derecho de necesidad, el cuál es necesario definir. Para ello utilizaremos dos notas.

En este caso, el Derecho de necesidad supone que existe un Estado de necesidad.

Estado de necesidad es un estado en el cual los bienes necesarios para la vida natural o sobrenatural se encuentran amenazados de tal forma que uno se encuentra moralmente constreñido a infringir la ley, para salvaguardarlos. *

Para que podamos invocar el estado de necesidad y nos encontremos favorecidos por el derecho correspondiente, es necesario:

1) que verdaderamente exista un estado de necesidad;

2) que se haya intentado remediarlo recurriendo a los medios ordinarios;

3) que el acto "extraordinario" cumplido no sea intrínsecamente malo y que no resulte un daño para el prójimo;

4) que, en la violación de la ley, se permanezca dentro de los límites de las exigencias realmente impuestas por el estado de necesidad;

5) qué no se ponga en cuestión de ninguna manera el poder de la autoridad competente y que, al contrario, se pueda presumir razonablemente que en circunstancias normales dicha autoridad habría dado su asentimiento. **

Un rebelado de la época del Concilio Vaticano II o inmediatamente posterior podría preguntarse: ¿los bienes necesarios para la vida natural o sobrenatural se encuentran amenazados…?





* Eichemann – Morsdorf: Tratado de derecho canónico; G. May: Legítima defensa, resistencia, necesidad.
** La tradición excomulgada. Bs. As., Fundación San Pío X, 1991.
*** Las fotografías las tomamos del libro de M. Roberto Gorostiaga: "La Misa, la obediencia y el Concilio Vaticano II". Bs. As., Ediciones Fundación, 1979.


Palotinos: “mártires”, montoneros y ranherianos.



tomado de Catapulta


El 2 de julio de 1976 Montoneros hizo estallar una bomba en un comedor de la Policía Federal Argentina. Murieron 23 personas -entre ellas un invitado civil – y hubo 60 heridos.

Dos días después, durante la noche del 4 de julio, un grupo armado entró en la Iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano, y ultimó a los sacerdotes Pedro Duffau, Alfredo Leaden y Alfie Kelly y a los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos palotinos.

Desde aquellos tiempos se habla de “La masacre de San Patricio”, sin vincularla con la bomba en el comedor policial.

Y el aparato publicitario de la progresía política, con la complicidad de la jerarquía eclesiástica, se encargó de difundir el bulo de que los muertos de San Patricio eran mártires.

En la misa de conmemoración del episodio dijo el cardenal Poli: “Los hermanos palotinos llevaron con fidelidad una lógica de vida y alegría. Vivieron en compromiso con los débiles y los pobres”,

“La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”,
Por qué no pensar que se entregaban a la vida fraterna aquellos palotinos de los que hoy hacemos memoria”

La misa fue concelebrada por el obispo de Chascomús y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Carlos Humberto Malfa, y los obispos Jorge Lozano (Gualeguaychú), Oscar Ojea (San Isidro), Fernando Maletti (Merlo-Moreno), Gabriel Bernardo Barbas (Gregorio de Laferrere), Carlos Tissera (Quilmes) y Guillermo Rodriguez-Melgarejo (San Martín); los obispos auxiliares Martín Fassi (San Isidro), Joaquín Sucunza (Buenos Aires), Enrique Eguía Seguí (Buenos Aires), Alejandro Giorgi (Buenos Aires) y Jorge Torres Carbonell (Lomas de Zamora), además de unos 50 sacerdotes, en su mayoría palotinos”.


Durante la celebración se leyó un mensaje de Bergoglio que decía:

Hacer memoria de estos testigos puede ser un estímulo para todos nosotros; nos presentan una vida entregada, olvidada de sí; que, como en el servidor del Evangelio, busca estar donde está su Señor, entre los últimos.


Para la Comunidad Palotina:

El compromiso de fe los llevó a defender el valor de toda vida y promover los valores evangélicos de la justicia, de la paz y del compromiso con los indefensos de la humanidad”.

Y esto solicita Juan Antonio Velasco, postulador de la causa de beatificación (y de canonización posconciliar y ultrarrápida):

“Formulamos un pedido a las autoridades de Roma para que el trámite se inicie. Tenemos el respaldo del cardenal Mario Poli. Nuestra postura es que la canonización corresponde por el martirio que padecieron los cinco”,

“Cuando la causa es de martirio no necesariamente buscamos probar ningún milagro. Lo que tenemos que probar es el martirio. Se supone que quien murió mártir vivió las virtudes heroicas en vida”,


Pero veamos en qué andaban los seminaristas “mártires”:

Emilio Barletti era un querido compañero de la Juventud Peronista y Montoneros que prestaba el recinto de la parroquia para reuniones de jóvenes que se oponían a la dictadura militar y además facilitaba el mimeógrafo existente para confeccionar proclamas de resistencia a los genocidas. Emilio trabajaba pastoralmente en las villas de emergencia de la zona Sur del Gran Buenos Aires y era integrante de un importante grupo que se estaba gestando en el seno de la Iglesia de Cristo perseguida y que se denominaba “Cristianos para la Liberación”.

Su primera participación política (antes de 1972) fue en el Movimiento de Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín. Luego cansado del guitarreo y la sanata, emigró al peronismo revolucionario”.


Sobre Barbeito escribe Horacio Verbitsky, en uno de sus libros:

“La guerrilla creó un organización de superficie que se llamó Cristianos para la Liberación en la que había sacerdotes como Jorge Adur,Vicente Adamo,Emilio Neira y Pablo Gazzari; yseminaristas como el palotino Salvador Barbeito”… (Verbitsky (a) “Capitán Salazar” conoce mucho del tema: fue uno de los responsables del atentado a la Policía Federal)


Por su parte el párroco Kelly no desconocía las actividades de los seminaristas y tampoco ignoraba que en su parroquia servía de centro de reclutamiento de los Montoneros y es difícil creer que los padres Duffau y Leaden, que vivían en el templo, no lo supiesen. Todo indica que los seminaristas tenían directa relación con la célula que planificó la voladura de la dependencia policial. De allí la inmediatez y ferocidad de la represalia, algo que debe enmarcarse en la brutal guerra revolucionaria que asoló a nuestra Patria desde los años 60, con el apoyo del castrocomunismo. Y debe recordarse que uno de los brazos de la subversión fue el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en cuyas filas militaron más de 400 sacerdotes y religiosos, varios de ellos involucrados en acciones armadas.

Déjense de macanear Bergoglio, Poli y sus paniaguados con el cuento de los “mártires”.
Basta de Mugicas y Angelellis. Intenten ser honrados -sé que no les será fácil- y acuérdense de Genta y de Sacheri, que sí murieron por Cristo.

Notas catapúlticas

1)Rahner propuso la “ampliación del concepto de martirio” en un artículo publicado en el número 183 de la revista «Concilium» (Marzo de 1983).

Para el heresiarca: “…También cuando se cae luchando por las convicciones cristianas constituye la muerte un testimonio en favor de la fe caracterizado por una decisión sin reservas; tal decisión integra en la muerte toda la existencia, está inspirada y sustentada por la gracia de Dios y se toma en medio de la más profunda impotencia interna y externa, que el hombre acepta resignadamente. Todo ello puede aplicarse también a la muerte sufrida en la lucha, ya que, en la vivencia de su fracaso, estos combatientes experimentan y sufren su propia impotencia y el poder del mal, lo mismo que el mártir paciente en sentido tradicional”.

http://servicioskoinonia.org/relat/142.htm

2)Para uno de los validos de Bergoglio, el cura villero “Pepe”Di Paola, los palotinos “eran personas muy comprometidas en la vida de la Iglesia, con los pobres: son de las tantas personas que padecieron la violencia del Estado. Ellos tuvieron una vida sencilla, de compromiso serio, de vida comunitaria. vencieron sus propios miedos, y cumplían la tarea que como iglesia tenían que tener. Vivían en comunidad: 5 personas con personalidades distintas pero con un mismo objetivo. Por todo eso creemos que están en el camino y deberían ser proclamados por la Iglesia como testigos de la fe”


http://www.andaragencia.org/a-40-anos-de-la-masacre-de-san-patricio/

domingo, julio 10

Notas sobre la rebelión restauradora. (2)

El nivel jurídico.


por el Acólito suplente

El nivel jurídico merece también un estudio previo en el que nosotros tampoco podemos detenernos. Simplemente vamos a indicar unas pocas ideas. 

La fundamental, creemos, porque lleva a muchísimos errores, es la de suponer que las leyes de derecho eclesiástico no se pueden equivocar. Mucho peor: que los dictámenes de un papa, obispo u arzobispo deben ser obedecidos sin reserva.

Este tema es importantísimo a la hora de analizar, por ejemplo, la excomunión lanzada en contra de Mons. Lefebvre, prevista por el Código de Derecho Canónico de 1983.

Primera noticia entonces, este trabajo supone que el lector conoce que la Iglesia Católica tiene un Código legislativo promulgado en el año 1983, en reemplazo de un código anterior, del año 1917, que tuvo nada menos que la originalidad de codificar todo el cuerpo jurídico eclesiástico anterior. 

Este trabajo supone entonces que el lector sabe que las leyes de la Iglesia que hoy están en vigencia rigen en la medida que reflejan su armonía con el derecho divino y la tradición (en sentido amplio, pero legislativa también). 

Lo contrario, es decir, analizar todo el problema a la luz del Código de Derecho Canónico de 1983 es simple y llanamente una forma eclesiástica (novedosa, por cierto) de positivismo jurídico.

El positivismo jurídico consiste esencialmente, explica el querido maestro Carlos A. Sacheri, en reducir el derecho y la justicia a lo establecido en la ley positiva que dicta la autoridad política. Por ello niega validez a la doctrina del derecho natural, reduce la moral y la justicia a una valoración puramente subjetiva y niega a la persona todo derecho que no le sea expresamente reconocido por la autoridad. (1)



(1) El orden natural, cap. 11, p. 35.