Datos de contacto.

Envíame tus comentarios o colaboraciones. Escríbeme un correo: renegau.renegau@gmail.com

domingo, diciembre 12

San Martín, Lutero y el padre Zapata.


Llamarse San Martín era una sinvergüenza, era un agravio a San Martín de Tours todo caridad, y lo más que podía permitirse era llamarlo Martín por su semejanza con Martín Lutero, el pérfido hereje.



Por José Pacífico Otero


Desmanes oratorios del padre Zapata.


En otra ocasión, y antes de que San Martín hiciese su entrada en Santiago, un religioso agustino llamado el padre Zapata, lo hizo blanco de sus iras y de sus furibundos anatemas. Comentando su nombre, decía él a sus oyentes: “¡San Martín!” Pero si sólo esto es ya una blasfemia! No lo llaméis San Martín, sino Martín, para que se asemeje más a Martín Lutero, prototipo de la impiedad y de la sedición contra las leyes divinas y humanas, contra el altar y el trono”.


Llegado a Chile, San Martín se enteró de los desmanes oratorios del religioso de la referencia y lo hizo comparecer ante sí para aleccionarlo con un buen correctivo. El padre Zapata no pudo resistirse al llamado, y al tenerlo en su presencia y torciéndose los bigotes para darse, como dice Sarmiento, “espantables aires de matón”, clavó en él sus ojos negros y centelleantes y hablóle así: “Cómo, so godo bellaco, usted me ha comparado con Lucero y adulterado mi nombre, quitándome el San que le precede… ¿Cuál es su apellido?... – Zapata, señor general, respondió aterradamente el agustino. – Pues le quito el Za, le dijo San Martín, en castigo de su delito, y si alguien le da su antiguo apellido, lo fusilo”.


Más muerto que vivo el padre Zapata salió a la calle, y como en ese momento acertase a pasar por su lado un amigo realista, asombrado de verlo salir de la casa del general insurgente, le observó: “¿Cómo, usted por acá, padre Zapata?” No había acabado de pronunciar su frase el dicho quídam cuando el padre en cuestión, aterrado y con voz ahogada, le cortó la palabra diciéndole: “No, no, no soy el padre Zapata, sino el padre Pata. Llámeme usted Pata y nada más que Pata, porque la vida se me va en ello”.


Esta misma anécdota nos la cuenta en sus Tradiciones peruanas don Ricardo Palma, pero como acaecida, no en Chile, sino en el Perú. Este insigne publicista nos dice que cuando San Martín llegó a aquellas tierras se encontraba desempeñando el curato de Chancay el religioso franciscano fray Matías Zapata, godo de primera agua. Un domingo después de la misa dominical se dirigió a los fieles y significóles que el nombre del insurgente criollo era por sí solo una blasfemia y que estaba en pecado mortal todo aquel que lo pronunciase no siendo para execrarlo. Llamarse San Martín era una sinvergüenza, era un agravio a San Martín de Tours todo caridad, y lo más que podía permitirse era llamarlo Martín por su semejanza con Martín Lutero, el pérfido hereje.


“No pasaron muchos domingos sin que el Libertador del Perú, al trasladar su ejército al norte de Lima, se enterase de esta prédica revolucionaria, y resuelto a poner un freno a la elocuencia rabiosa del orador lo llamó a su presencia y le dijo: “¿Es cierto que usted me ha comparado con Lutero y le ha quitado una sílaba a mi apellido? No me devuelva usted nada, prosiguió, y quédese con ella; pero sepa usted que yo, en castigo de su insolencia, le quito también la primera sílaba de su apellido y entienda que lo fusilo sin misericordia el día que le ocurra firmar Zapata. Desde hoy no es usted más que el padre Pata y téngalo muy presente”. Nos cuenta Palma, que hasta 1823 no hubo en Chancay partida de nacimiento, defunción u otro documento parroquial que no llevase por firma fray Matías Pata. “Vino Bolívar y le devolvió el uso y el abuso de la sílaba eliminada”.


José Pacífico Otero: Historia del Libertador Don José de San Martín, Capítulo XCII: San Martín y su ingenio episódico y anecdótico.



Secularización, consumismo y Navidad.


En la mirada de la revista española Arbil.



Editorial Nº 76


¿Cómo viven las sociedades secularizadas la Navidad? ¿Se está convirtiendo la Navidad en una fiesta paganizada? ¿No estamos recorriendo en occidente el camino inverso cuando hace algo menos de dos mil años las fiestas paganas adquirieron fundamentación religiosa? ¿Es la Navidad sólo un pretexto para el consumo? ¿Es posible aislarse y vivir una Navidad como católicos?


Entre las muchas noticias que se acumulan en los resúmenes informativos que los medios de comunicación ofrecen, en este tiempo de resumen y anuncio que es el tránsito de un año a otro, tres, con el denominador común de Navidad y catolicidad, deberían movernos a la reflexión por lo que de premonición del signo de los tiempos contienen: la primera, es el alto índice de endeudamiento que las familias españolas, y probablemente suceda igual en otros lares, asumen con la llegada de las fechas navideñas; la segunda, la pérdida continua de apoyo económico por parte de los fieles que la Iglesia Católica padece en España, pues sólo un 20% de los contribuyentes decide que parte de su tributación revierta en al Iglesia; la tercera, la triste Navidad de los Santos Lugares, pues este año el tiempo litúrgico se celebrará prácticamente en soledad debido a la inestabilidad de la zona pero también, conviene subrayarlo, por la amenaza musulmana de expansión mediante el cerco constructivo de los mismos. Tres noticias de indudable alcance para el futuro en esta Navidad. Tres noticias posibles por la progresiva imposición de las sociedades secularizadas en occidente, la reducción del catolicismo a niveles culturales para una inmensa mayoría de la población, y por la pérdida del sentido religioso de las festividades marcadas por la Fe.




Bajo el cielo de luces de colores que engalanan las calles de nuestras ciudades en las fechas entrañables y familiares de la Navidad; bajo el resplandeciente e ilusorio oscilar de las bombillas, se oculta o se difumina la pérdida, cada vez mayor, del sentido profundamente religioso que para los cristianos y para occidente debiera tener este tiempo.




A muchos nos parece que la Navidad se ha convertido, en realidad, en un pretexto, en una fiesta paganizada más que secularizada, consagrada al nuevo becerro de oro que es el consumismo más absoluto. Muy pocos se atreverían a poner en tela de juicio el sentido comercial que está adquiriendo la fecha, sin freno aparente, sobre cualquier otra interpretación. Difícilmente podría ser de otro modo en un tiempo marcado por el predominio de lo material y el imperio de la filosofía del estar y vivir mejor.




La humildad, consustancial al nacimiento de Cristo, recordada en todos y cada uno de los pesebres que todavía se exhiben en nuestros hogares, desaparece, como una gran paradoja, cuando llega la Navidad. La ostentación, el querer aparentar, el exceso, el situarse por encima de las propias posibilidades, el regalo como manifestación no del amor sino del prestigio, el poder y la posición social parecer ser la señas de identidad reales de la Navidad en la actualidad. La humildad perece, entre otras razones, porque el hombre olvida el eje, la razón verdadera, de la conmemoración y la celebración, quedando la fecha vacía del contenido permanente que le da vida.




La Navidad, el tiempo litúrgico de la Navidad, con sus cinco grandes celebraciones, algunas de ellas olvidadas por los propios católicos en su verdadera dimensión, debería ser, si fuéramos consecuentes, el comienzo de un nuevo caminar, el tiempo de reflexión que debemos realizar sobre todo lo que significa y conlleva el nacimiento de Cristo: cumplimiento de la palabra divina; inicio del camino de la redención. Acompaña a ello el sublime misterio de la Encarnación y la aproximación más real de Dios al hombre. Momento idóneo, tiempo adecuado, para que cada cristiano inicie la redención interior y el camino hacia la "luz vera" en el año que se inicia.




Sin embargo, el tiempo de Navidad se ha convertido para los católicos, al menos en Europa porque en otros lugares del globo los procesos de secularización son más lentos aunque la mundialización queme las etapas de forma acelerada, en tiempo de tentación. No son las celebraciones religiosas las que importan, las que mueven, las que dinamizan; para una parte importante de los católicos son un adorno más. Otra bombilla, otra guirnalda que colgar en el hogar. El nuevo lugar de celebración, el otro gran atrio de la Navidad, para los católicos y los no católicos, ha pasado de del Belén, los villancicos y la plaza a los grandes almacenes y centros comerciales. Porque si la tradición de la cena en común y el intercambio de regalos son positivos en sí, el convertir esos actos, merced a las campañas publicitarias, en el objeto en sí de la fiesta o en el despilfarro por imperativo social, no puede asumirse más que como la faz escandalosa de la Navidad.




La paganización de las fiestas religiosas es ya un hecho innegable en Occidente. Sociedades altamente secularizadas como las nuestras no dejan espacios para otro tipo de manifestaciones. Lentamente, como si de una maniobra perfectamente planificada se tratase, se van borrando hasta las huellas culturales que mantienen vivos los últimos reductos del sentido real del tiempo navideño.




Las modas extrañas a nuestros parámetros, a nuestra herencia cultural, se van imponiendo. En muchos hogares, hogares cristianos, el tradicional Belén, con las indulgencias que conlleva el ponerlo, es sustituido por el abeto de luces y colores; las guirnaldas, las campanitas, los bastones, los corazones y las composiciones a base de elementos vegetales copan los adornos. Los Reyes Magos y sus camellos sufren la dura competencia de Papá Noel o Santa Claus con sus renos y casitas. Junto a su representación para los niños aparece Santa Claus y su casita. Los niños depositan cartas a unos y otros de tal modo que sólo queda el regalo pero no el significado. La pugna ha quedado solventada magníficamente por la propaganda comercial que ve como se multiplican los ingresos merced a la duplicidad de los regalos y la fiebre consumista que bloquea el sentido economicista del hogar tradicional.




Paganización de la festividad. Disolución del sentido de la Navidad merced al desenfreno de los poderes públicos, nacionales o locales; de los medios de difusión o comunicación que borran, diluyen o marginan en sus programaciones culturales, en sus espacios de opinión, en sus emisiones, la difusión del significado real de la Navidad. Si repasáramos las parrillas de la programación de nuestros canales televisivos nos adentraríamos en un profundo desasosiego por la falta de espacios realmente navideños. Y cuando alguna de las cadenas programa simplemente villancicos recibe los más terribles dicterios de la crítica. Hasta las tradicionales felicitaciones de Navidad han abandonado los motivos tradicionales cristianos apuntándose a modas simbólicas, a colorines sin sentido o imágenes que nada tienen que ver con la fecha.




Por correlación con la Sagrada Familia, la Navidad tiene, asimismo, un significado profundamente familiar. Tiempo de reunión, de conmemoración; tiempo de recuerdo por los que ya no están, por los sitios vacíos en torno a la mesa, breves dosis de tristeza que todos apuramos. Pero ya no son sólo mesas incompletas por los que faltan, por los que se han ido, sino por lo que se ha roto. Familias cada vez más rotas, más desunidas, porque una parte importantísima de los matrimonios celebrados en los últimos veinte años están hoy destruidos; porque las familias se rompen y muchos hijos viven con dolor silenciado el trauma y el drama de un día aquí y otro allí. Familias desestructuradas sin horizontes porque se ha abandonado la Norma. Fechas familiares cada vez más reducidas porque la secularización y la paganización convierten los días señeros en fiesta donde los jóvenes abandonan la mesa con el último bocado camino de la fiesta más cercana.




La Navidad es un tiempo difícil para los católicos que quieren vivirla como tales porque el peso mediático y social es inmenso, porque las costumbres se alejan de forma progresiva de los parámetros que podrían hacerlas compatibles con la creencia. Recuperar el verdadero sentido de la Navidad es una tarea más que nos corresponde frente a la imposición del modelo navideño secularizado y pagano. Y, a veces, combatir la tendencia es tan sencillo, tan simple, como mantener las tradiciones y cumplir con los preceptos.

domingo, diciembre 5

Ni ebrio ni dormido.


1810 – 5 de diciembre - 2010

Bicentenario del glorioso brindis del Capitán Atanasio Duarte en el Cuartel de Patricios.



por José María Rosa

El 6 de diciembre de 1810 la Junta de Gobierno aprobó el “decreto de supresión de honores” redactado por Moreno. Se suprimían los honores del Presidente, se quitaban ventajas oficiales y se eliminaba a las señoras de las distinciones de sus maridos. Y se establecía que el capitán de húsares retirado Atanasio Duarte, había incurrido en un delito por el “cual debería perecer en un cadalso”, al “ofender con un brindis excesivo la probidad del Presidente” (Saavedra), pero “en atención a su estado de embriaguez se le conmutaba la pena por destierro perpetuo de la ciudad, porque ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad de su patria”.

¿Qué grave “delito” había cometido el capitán Anastasio Duarte?

Siempre se dijo que haber proclamado la monarquía, pues en el famoso brindis ofreció a Cornelio Saavedra la corona de emperador de América. Pero esa opinión, muy generalizada, no es aceptable. No fue el republicanismo de Moreno el que se ofendió con el monarquismo de Duarte. No sabemos a ciencia cierta si Moreno fue lo que hoy llamaríamos republicano, pues cuando emplea en sus escritos la palabra República, lo hace como sinónimo de “Estado” o “Cosa pública”. Lo que sí puedo asegurarle es que el decreto que condenaba a Duarte no era un decreto republicano, pues estaba encabezado con la fórmula habitual: ‘La Junta Soberana a Nombre del Señor don Fernando VII”.

Pero Duarte cometió evidentemente un delito tan grave que Moreno – hombre de leyes – entendía que “debería perecer en cadalso”. Un delito mucho más grave que opinar a favor de la monarquía en un medio republicano, que de ninguna manera puede llevar al cadalso. Ese delito debía ser el de lesa majestad por conspirar contra los derechos de Fernando VII, a quien representaba la Junta. Al brindar en el cuartel de Patricios quitándole la corona a Fernando VII y ofreciéndosela a Cornelio Saavedra, el capitán había incurrido en el delito de lesa majestad y merecía por lo tanto el “cadalso”.

¿Quiere decir entonces que Duarte fue el precursor de la independencia Argentina, y Moreno no era partidario de esta independencia?... Lo primero es exacto (y es de lamentar que la Comisión del Sesquicentenario no haya recordado el 150º aniversario de su brindis el 5 de diciembre de 1960) [Nota: Y ni hablar de la Comisión del Bicentenario 2010. Este debería ser el verdadero día nacional del vino]; pero no así lo segundo. Moreno también era partidario de la independencia, como Duarte y casi todo el mundo. Pero Duarte dijo a gritos una verdad que no convenía decir sino en voz baja; y menos a favor de Saavedra, enemigo político de Moreno. Por eso lo condenaron.

La verdad es que Saavedra se portó mal con Duarte. Pues Moreno salió de la Junta el 18 de diciembre, precisamente por la conmoción popular producida por su decreto, que se interpretó – equivocadamente – a favor de la dependencia de España. Saavedra pudo entonces levantar la pena a Duarte; pero no lo hizo, tal vez para no comprometerse.

Aquello de “tener impresiones contra la libertad de su patria” no puede interpretarse en favor de lo republicano del decreto. La patria en 1810 no era la República Argentina, pues aún no se había declarado la independencia; la patria era Fernando VII, el rey cautivo, contra cuya libertad “tenía impresiones” el capitán Duarte en el brindis famoso.

Bibliografía
ALEM LAZCANO, Luis C.: “Imperialismo y Comercio Libre”.
IBARGUREN, Federico: “Las Etapas de Mayo y el Verdadero Moreno”.
GALASSO, Norberto: “Mariano Moreno y la Revolución Nacional”.
MARFANY, Roberto: “El Pronunciamiento de Mayo”.
WAST, Hugo: “El Año X”.
LEVENE, Ricardo: “Vida de Mariano Moreno”.
PUIGROSS, Rodolfo: “La Época de Mariano Moreno”.
MORENO, Manuel: “Vida de Mariano Moreno”.

La Verdad se pone brava.


Segundo Domingo de Adviento.


Cuando la Verdad está acorralada en el desierto, entonces se pone brava...




por el Padre Leonardo Castellani


- ¿Qué habéis ido a buscar al desierto? No a los charlatanes o a los figurones de la ciudad; sino a un Profeta; y por cierto el mayor de los Profetas. O sea, la Verdad no estaba en la ciudad, sino en el desierto de Bet-Shedá; en un hombre malvestido y que hablaba poco y decía pocas cosas y cosas duras y amenazadores. No decía como los Saduceos, sabios, filósofos y hombres cultos: “esta nación anda muy bien y estamos por fin en plena democracia”, sino: “Un gran castigo se cierne sobre esta nación: el hacha está ya puesta en la raíz…”. Y como predicar males no tiene ningún provecho si no se sabe el remedio, añadía: “Este hombre que pasa allí, ése es la Salvación; pero es también el que tiene en la mano el hacha”. “Ha llegado ya el Labrador, en la mano tiene el bieldo, para aventar la paja y recoger el trigo”.


La Verdad estaba entonces en el desierto: Juan dijo de sí mismo: “Yo soy la voz que clama en el desierto”. De suyo a la Verdad no le gusta estar en el desierto, pero la obligan a veces, la corren de la ciudad. ¿Quién la corre? La mentira entronizada. A la Verdad le gusta estar en las plazas y comunicarse con todos: “a mí me gusta andar entre los hijos de los hombres”, dice la Sabiduría en el libro de los Proverbios (8, 31), y eso hizo o trató de hacer Cristo –después; entonces la Verdad estaba acorralada. Cuando la Verdad está acorralada en el desierto, entonces se pone brava. No es su lugar, está desplazada; y los que desplazan a la Verdad son criminales.


Un peronista me dijo el otro día que yo estoy descontento del régimen liberal, y cuando vino un régimen antiliberal, el de Perón, también estuve descontento; parecería que soy descontento por temperamento. Me consuela que Juan Bautista estaba descontento de Herodes, de Pilatos, de Anás y Caifás, de los fariseos y los saduceos; y Jesucristo después, lo mismo. Los dos tenían que refugiarse en el desierto, y si salían del desierto sabían que los iban a matar. Son situaciones en el mundo en que la Verdad está combatida y arrollada y la quieren matar; pero cuando matan al que la dice, la Verdad explota como una tonelada de dinamita y la nación que arrojó de si la Verdad se mató a sí misma.


(…)

lunes, noviembre 29

Autoridad y Libertad.


Aclaraciones conceptuales para el mundo moderno. Una perla encontrada en el fichero. Sin desperdicio.



…el término autoridad se aplica con propiedad cuando se refiere al conocimiento que debe tener aquél que ejerce una prelacía cualquiera en el orden social donde le toca actuar. Por esta razón no se puede hablar de abuso de autoridad cuando sucede, exactamente, lo contrario: HAY UN ABUSO DE PODER POR FALTA DE AUTORIDAD.



AUTORIDAD Y LIBERTAD.


Texto: CALDERÓN BOUCHET, Rubén: Autoridad y libertad. En: Revista Cabildo, Nº 36, Bs. As., mayo de 2004, pp. 24-25.


El hombre normal y espontáneamente tiende a ser realista y a creer que el mundo que lo rodea existe independientemente de que lo piense o no lo piense. Es una evidencia inmediata que se le impone sin previa crítica y que puede recibir el adjetivo de ingenua o natural, como ustedes quieran, pero cuando se ha hecho hasta la saciedad la experiencia de fundar una explicación de la realidad a partir de la inmanencia, un retorno a un sano contacto con los primeros principios es un indicio claro de salud mental. El lenguaje humano nace de esta experiencia acrítica y conserva en sus signos verbales la tendencia espontánea a un realismo inmediato que da cuenta y razón de nuestro encuentro con las cosas. Recuperar la intención primordial de la lengua es una faena de depuración filosófica a la que se dedicó especialmente la escuela aristotélica.


Sucede que en el curso de la historia el hombre puede cambiar un sistema de valores por otro e invertir el orden de las prelacías axiológicas poniendo en primer lugar aquello que, por su índole, ocupa el último sitio en una escala jerárquica saludable. En nuestro tiempo asistimos, entre asombrados y perplejos, a una instalación a todo trapo de los valores económicos que trae, como inmediata consecuencia, una corrupción de las ciencias, de la política, del arte y hasta de la religión y la economía misma que al hipertrofiarse se convierte en una suerte de falsa religión, como sucede en el marxismo o en ese capitalismo salvaje que pretende reemplazarlo.


El cambio de las preferencias valorativas provoca un cambio consecuente en los criterios con que deben enfrentarse las otras disciplinas del espíritu y, por supuesto, la lengua sufre la influencia de esta corrupción “in radice” del orden axiológico. Las palabras modifican sus sentidos y pasan a querer decir, muchas veces lo contrario, de lo que significaban con anterioridad. Así, el término prudencia, que es sinónimo de sabiduría práctica, se convierte en un substituto de la cautela que los escolásticos señalaban con la locución de “prudentia carnis” que es, precisamente, el vicio opuesto a la virtud moral por antonomasia.


La palabra autoridad se ha convertido en un sinónimo de poder y se la emplea indistintamente para indicar el gobierno o el carácter abusivo de una potestad ejercida fuera de los límites de su jurisdicción. Se habla de un gobierno autoritario o de autoritarismo como si tales vocablos fueran similares a autocracia o despotismo, despojándolos de su contenido semántico tradicional que suponía siempre el ejercicio de un conocimiento egregio.


En buen castellano se puede hablar del poder de una lancha, de una bomba, de un terremoto, pero no de su autoridad. ¿Por qué? Porque esta palabra supone siempre inteligencia, saber, y como la inteligencia y el saber dependen de nuestra participación con la inteligencia y el saber divinos, la autoridad tiene a Dios como analogado principal y fuente absoluta de su ejercicio responsable.


Si esta es demasiada teología para la anemia metafísica que hoy padecemos me limitaré a decir que el término autoridad se aplica con propiedad cuando se refiere al conocimiento que debe tener aquél que ejerce una prelacía cualquiera en el orden social donde le toca actuar. Por esta razón no se puede hablar de abuso de autoridad cuando sucede, exactamente, lo contrario: hay un abuso de poder por falta de autoridad.


La razón humana es dialógica y supone para su perfección y su crecimiento que estemos sometidos, desde niños, a la autoridad de los que saben y poseen el conocimiento de las cosas que debemos aprender. En esta relación vital del aprendizaje hay dos momentos que deben ser distinguidos con alguna precisión: uno compulsivo y otro asuntivo del saber. Un natural dócil a las instancias educativas puede reducir el momento de la compulsión a un suave manejo de los estímulos morales: premios o amenazas pero los más díscolos y rebeldes exigen, necesariamente, un aumento de la dosis persuasiva que puede llegar hasta la severidad del castigo.


El acto de aprender algo es un acto libre, no está determinado por ninguna ley física: puedo entender o no que la medida de los ángulos interiores de un triángulo equivale a dos rectos. Cuando mi inteligencia se abre a la verdad del teorema, ese conocimiento pasa a formar parte de mi saber. Nadie puede hacérmelo entender a golpes, pero en tanto tengo que luchar contra la pereza o una mala disposición de ánimo, el elemento compulsivo puede jugar un papel positivo y ayudarme a vencer mis malas inclinaciones.


Como la distribución del saber y las medidas coactivas a tomar para hacerla efectiva suelen estar en la misma persona, se atribuye a la autoridad el ejercicio de ambas funciones sin precisar que en una y otra, la inteligencia puede actuar con mayor o menor tino, es decir con mayor o menor autoridad en el sentido exacto del término. Dicho de otra manera puedo enseñar con inteligencia y aplicar un sistema compulsivo estúpido, con lo cuál mi autoridad intelectual no concuerda con mi autoridad educativa. Como la gente entiende el término al revés le llamará autoritario al comportamiento compulsivo erróneo y no autoritario a la persuasión inteligente del buen maestro.

La Iglesia no convierte, subvierte (a propósito de la situación en Formosa).



tomado del artillero Augusto Padilla en CATAPULTA.


Como marco general para entender los sucesos de Formosa,es pertinente transcribir algunos párrafos de la página chilena Geo-Delphos:


“Desde no hace muchos años el problema indígena ha ido recrudeciendo en los países latinoamericanos, y lo extraño de todo este proceso es que las estrategias han sido las mismas, lo que indica una coordinación planificada a nivel regional, ella consta de: victimización, demanda de tierras, violencia armada, extensiones de tierras entregadas a los pueblos indígenas y abandonadas posteriormente por los mismos.


Para nadie puede ser extraño que las ONGS internacionales, que son brazo político de los poderes que controlan al mundo están detrás de este levantamiento indígena, es por ello, que en los distintos países latinoamericanos han sido detenidos ciudadanos principalmente europeos y particularmente españoles en medio de las revueltas indígenas.


Pensar, que ellos actúan por altruismo o idealismo es no entender la verdad del asunto, ellos actúan por motivos políticos y su función es fortalecer las revueltas, financiar los movimientos y buscar, a través de estos medios desestabilizar las frágiles democracias latinoamericanas.


Ahora la pregunta es, ¿para qué? y al respecto hay dos respuestas, la primera es de orden político, en el sentido que es la nueva arma del socialismo mundial para imponer la ideología, lo cual, es claro ver que en cierta forma, está logrando su objetivo y, la segunda es de orden económico, en el sentido de que los grandes poderes ven que los recursos naturales están en extinción y que la región es una reserva importante, siempre y cuando estos se mantengan inexplotados, y para ello nada mejor que los indígenas que se adueñan por la fuerza de territorios y por ende no son explotados, porque no tienen los recursos, ni la tecnología, ni el conocimiento para hacerlo.


El movimiento indígena latinoamericano ha dejado de ser un conjunto de movimientos locales para convertirse en un movimiento articulado y articulador que se construye en los espacios geográficos de donde se desarrollaron las civilizaciones originarias. El punto, es que esto, a todas vista es un retroceso y una utopía, es imposible que los indígenas vuelvan a vivir en sus condiciones originarias, por ejemplo, la reconstrucción de los Andes como unidad geográfica y las civilizaciones pre-Incas e Inca, como unidad histórica es una utopía.Por otro lado ¿quedan indígenas puros?, claramente después de 500 años no”.


http://www.geodelphos.com/2009/10/20/el-problema-indigena-%C2%BFquien-esta-detras-%C2%BFcuales-son-sus-causas-%C2%BF-cuales-pueden-ser-las-consecuencias-para-latinoamerica/


En el caso argentino,el artículo 64,inciso 15, de la Constitución de 1853,disponía prudentemente que entre las atribuciones del Congreso estaban las de “conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo”.


Digo prudentemente,porque la mayor experta en el problema era la Iglesia,con su esfuerzo secular para civilizar a los indios,protegiéndolos, respetándolos, y haciendo respetar sus legítimas tradiciones y costumbres(las que se adecuaban a la ley natural,ocioso es decirlo).


Pero cuando la Iglesia dejó de predicar la Verdad y comenzó a practicar el demagógico “asistencialismo social”-al socaire de Medellín y Puebla- se convirtió en un actor político más, en los distintos escenarios provinciales donde existía población aborigen(término que se si refiere a primitivos pobladores,no se corresponde con la realidad actual,por el mestizaje).


Para colmo de males,la malhadada reforma constitucional de 1994,derogó el artículo 64 y lo reemplazó por el nuevo artículo 75,que establece:


“Corresponde al Congreso:


17. Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.

Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural ; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano ; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.”


No hace falta insistir en que la redacción de este artículo es la fuente inmediata del secesionismo indigenista que poco a poco muestra sus uñas.(CATAPULTA se ha ocupado del tema varias veces.Buscar por Google”Secesionismo indigenista”)



Ahora bien,este proceder subversivo,respaldado por organizaciones internacionales,es ejecutado por sacerdotes católicos devenidos políticos.


En el caso formoseño, todo indica que quien instigó a los tobas a enfrentarse con la policía, fue el cura Francisco Nazar,con la colaboración del vicario Miguel Pezzuto.


Según la información del periódico El Comercial,Nazar es uno de los principales referentes del MOS(Movimiento de las Organizaciones Sociales) que se lanzó a la palestra el 13 de noviembre y aspira a la candidatura para gobernador.En la presentación, Nazar expresó:


hay que bajar del púlpito, tenemos que bajar todos, a lo hondo del dolor, de la injusticia de nuestro pueblo, nadie puede quedar arriba, tenemos que destruir pirámides, hemos iniciado una metodología nueva, sobre las cuales no nos vamos a echar atrás y que es la construcción colectiva, tenemos que escuchar la voz de otro, la propuesta del otro, si no hacemos esto no vamos a tener ninguna fuerza, desde los más pobres, desde los condenados de esta tierra, de los perseguidos, de los que luchamos por la justicia en esta Formosa, no es fácil, hoy hemos escuchado las conclusiones, que son muchas, Formosa, y el MOS y todos tenemos que trabajar por el hambre cero”.


http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=26102:representantes-de-toda-la-provincia-en-la-mos&catid=4:locales&Itemid=55


Interrogado sobre los episodios,y sin conocer a fondo los detalles del enfrentamiento,Nazar se apresuró a declarar que “me juego por la voz de los pueblos originarios”


http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=27058:nazar-me-juego-por-la-voz-de-los-pueblos-originarios&catid=9:edicion-digital&Itemid=65


Desde luego y conforme al pensamiento progresista,no reclamó que se investigase quién fue el asesino del policía.(El juez liberó a todos los involucrados en los desórdenes).


Personajes como Nazar y el gobernador Insfrán,cabal representante de la oligarquía partidocrática, son los polos de la dialéctica marxista-indigenista que amenaza fracturar a la Argentina.


Sobre el Papa y el uso de los preservativos.



A raíz del escándalo desatado sobre la supuesta “legalización” de los condones que ha realizado Su Santidad en el libro - entrevista de Peter Seewald, creo que vale la pena leer la aclaración que realiza la Fraternidad San Pío X. Nos parece que tiene alguna que otra expresión inadecuada, pero al menos aclara y rectifica, enseña y sostiene la enseñanza de la Iglesia en este tema, cosa que no ha hecho ni el libro de Seewald con sus preguntas inoportunas, ni el vocero papal (Lombardi), ni ningún obispo. Allí se dice, por ejemplo, que el Papa no ha realizado ningún acto magisterial y recuerda las enseñanzas de la Casti Connubi y de la Humanae Vitae. Por eso, insisto, recomendamos la lectura de la declaración, haciendo



sábado, noviembre 20

A 165 años de la Vuelta de Obligado.


… los interventores habrán visto…, que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca…


Gral. José de San Martín

10 de mayo de 1846





Vamos a asistir a uno de los más bellos y heroicos hechos de nuestra historia.


La escuadra aliada va a subir por el Paraná. Rosas, que lo tiene previsto, ha venido preparándose para obstruir el paso. Dirigirá la defensa el General Lucio Mansilla, a quien Rosas le viene dando instrucciones. En su carácter de comandante interino del departamento del Norte, ha formado un pequeño ejército con gente de la comarca. Ha instalado baterías en las barrancas de Obligado. Algunas están a veinte metros de altura sobre el río. De orilla a orilla del Paraná, que allí tiene un ancho de ochocientos metros, han anclado los cascos de veinticuatro pontones que sostienen tres gruesas cadenas. Banderas argentinas sobre los pontones y dos mil quinientos soldados en las barrancas. Ha construido parapetos de barro, anchos de más de dos metros, para defender a las treinta y cinco piezas de artillería y ocultarlas. Hay mucho patriotismo y pocas municiones.


Es el 20 de noviembre. Los grandes barcos de la “misión de paz” se acercan. Las dos márgenes aparecen llenas de hombres vestidos de colorado. Son las nueve y media de la mañana. Himno Nacional. ¡Oíd mortales el grito sagrado! Un unánime y ardiente “¡Viva la patria!” lo termina. Tambores argentinos resuenan en la mañana de oro. ¡Fuego contra los infames agresores! De la parte de los patriotas salen proyectiles macizos, balas de las metrallas, cohetes a la Congreve. Pero los enemigos tienen ochenta y ocho cañones, todos de gran calibre. Y pasa la mañana en medio de la lucha heroica. Mansilla la dirige. A las cinco de la tarde termina el combate. Los buques extranjeros han logrado abrirse paso. Sus marineros y soldados desembarcan. Mansilla dirige personalmente una carga a la bayoneta para defender las baterías. Han muerto ciento cincuenta argentinos y han sido heridos noventa. Han caído también algunas mujeres que atendían los heridos. Un diario montevideano, sin embargo, declara que “nunca, desde la paz napoleónica, hallaron franceses e ingleses tan heroica resistencia”. Toda la América admira el coraje y el patriotismo de los hombres de Rosas. La figura americana del Restaurador se agiganta. ¿Ha sido suya la idea de ponerle cadenas al río? Así nos autoriza a creerlo la carta que el jefe del puerto de Buenos Aires le escribe a Oribe por orden de Rosas, en la que le anuncia el cierre del Paraná. De cualquier modo, él no lo ha hecho con la esperanza del triunfo, sino como una afirmación simbólica del cierre de los ríos, como una afirmación de nuestro tenaz empeño de resistir hasta la muerte, de ser independientes y libres.


A todo esto se preguntará: ¿y los Estados Unidos?, ¿y la doctrina Monroe? Los Estados Unidos, por estos días, están ocupados en robarle a Méjico el inmenso territorio de Tejas...



* [Manuel Gálvez: Vida de Don Juan Manuel de Rosas, Cap. XIX, 6.]





La Vuelta de Obligado no pertenece a este gobierno.

La Vuelta de Obligado


por Antonio Caponnetto


Este 20 de noviembre del 2010 se cumplen 165 años de la batalla de la Vuelta de Obligado. La gloriosa y memorable fecha no les pertenece a quienes hoy oficialmente la festejan. Tampoco al partido que representan, ni a los agentes regiminosos que alrededor de ese partido medran y lucran corruptamente. Rosas no admite comparación con sus ídolos populistas, ni cuadra su presencia en ninguna galería de próceres latinoamericanos, a más de uno de los cuales hubiera lanceado a campo traviesa.


Las celebraciones gubernamentales son ultraje y mentira. El Rosas que reivindican no existió. El Rosas que existió los habría fusilado.


Nada de esto ya importa. Vencedor del tiempo y del espacio –como los héroes genuinos- los argentinos cabales rinden tributo a su memoria, a quienes cayeron en la Vuelta de Obligado, y a quienes –cuando hacerlo supuso riesgos fieros- reivindicaron la verdadera talla del Ilustre Restaurador de las Leyes.


Quieran hacer justicia los versos que enhebramos:


Ni cuzcos ladradores ni doctores me traigan,

ni tibios lomos negros de chiripá o levita,

que no vengan logistas a hollar estas barrancas,

donde el duelo y la sangre supieron darse cita.


Auséntense los torvos, cismáticos o flojos,

espadas sin cabeza, sin blasón ni coraje,

esta Vuelta del río reclama en sus orillas

la vieja aristocracia del sufrido gauchaje.


Ninguna voz rendida se escuche en el remanso

del Paraná poblado de recuerdos fecundos,

ninguno se presente de los que han hocicado,

una vez y por siempre los he llamado inmundos.


Que no lleguen tampoco los que enturbiaron nombres

de patriadas antiguas galopando en montón,

ni los profanadores de la historia se acerquen,

sólo quiero a los fieles de la Federación.


¡Encadene el oleaje, mi General Mansilla,

atenace torrentes, eslabone los vientos,

que silven los boyeros, y en las cañas tacuaras

flameen los pendones amarrados con tientos!


¡Usted, Coronel Thorne, desenvaine cañones,

camarada Quiroga: honre al padre que hereda,

Capitán Tomás Craig, ancle el buque al pellejo

y usted, Ramón Rodríguez, con su furia proceda!


Si la tierra trepida sabrán los extranjeros,

que las almas batallan con leal veteranía

invisible y perenne como un yelmo de plata

como ajorca que enlaza la fiel soberanía.


Comandante Barreda, Artillero Palacios,

alumbren las estrellas de este patrio noviembre,

y en el último ataque que cada puño sea

la semilla que labre, que coseche y que siembre.


Nada importa esta tarde que la proa invasora

nos aventaje en fuego de metrallas filosas,

mis mazorqueros tienen bayonetas caladas

y me sigo llamando Don Juan Manuel de Rosas.


Resistí a los falsarios, la conjura de escribas,

en mil páginas negras que fraguó belcebú,

venceré a los que intenten torcer mi empuñadura,

yo soy el heredero del sable de Maipú.


Mañana cuando lleguen las horas más aciagas,

aunque ni un ceibo quede en mi pampa plantado,

Señor, se alce una boca para gritar de nuevo:

No han de pasar por esta Vuelta de Obligado.