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lunes, marzo 25

La luz y las tinieblas.


Como obra de tinieblas, no exige en general que los hombres se sepan expresamente marxistas; le basta con que su mentalidad no sea un obstáculo, que sirva a la praxis marxista, que es lo único que, aún teóricamente, cuenta. Es decir, que resulte cómoda arcilla para la edificación de la Ciudad futura de la técnica y el materialismo.

El "homo democraticus". TELAM.


por Rafael Gambra ***

Es tan antigua como el  mundo –lo hemos visto- la idea de que el conocimiento, tanto el de los sentidos como el intelectual, se realiza en el seno de una luz o de un medio que lo hace posible. En el Génesis, el Espíritu de Dios, que se movía sobre las aguas informes, creó la luz en el primer día, antes de crear el Sol y los cuerpos celestes que no alumbraron hasta el cuarto día. Se ha interpretado que esa primigenia luz era el medio en el cual sería posible la claridad del conocer: la luz física para ver, la luz inteligible para entender. Sería también el momento en que el Caos –la superficie informe y vacía, las tinieblas que cubrían la profundidad del abismo- se convierten en Cosmos, mundo de límites, de luz y de inteligibilidad.

Platón, en el mito de la Caverna (Rep. VII), hace brotar de la suprema Idea de Bien “la luz y la inteligencia”. Y Aristóteles supone que la intelección (el acto de comprender intelectualmente) se opera a través del entendimiento agente (nous poietikós), al que imagina como una luz que penetra las cosas sensibles iluminando su esencia o el universal que está en ellas, al modo como la visión sensible requiere de la luz física como medio en que se produce, y la audición del aire o atmósfera.

La gran corriente de filosofía cristiana que parte de San Agustín y recorre las edades cristianas hasta Malebranche, supone que cuando entendemos, vemos las cosas en Dios, en quien residen en su esencia como ideas arquetípicas o ejemplares. Él es quien ilumina al espíritu que pretende conocer, que aspira a la verdad. El entendimiento aparece así como un quid divinum, y la contemplación intelectual como la obra del “verbo divino iluminando con su venida a todos los hombres” de que nos habla San Juan. Recordemos el prólogo a su Evangelio: “En el Verbo estaba la Vida / y la Vida era la luz de los hombres / y esta luz resplandece en las tinieblas… El Verbo era la luz verdadera que alumbra todo hombre / que viene a este mundo”.

En la vida de los pueblos y civilizaciones se da también una como iluminación superior que procede siempre de una común emoción religiosa. Es ella la que les otorga la misión y la personalidad colectiva con que irrumpen en la trama de la Historia. En esa luz de la fe las civilizaciones alcanzan una visión en cierto modo sobrenaturalizada de las cosas, de sus relaciones, de sus designios. En el seno de ésta que fue civilización cristiana, el mundo y la vida fue para sus hombres como una cierta teofanía y un camino hacia el más allá. El lenguaje común lo delata aún en nuestros días: a un “si Dios quiere” condicionamos nuestro mañana; adiós decimos por despedida; Dios guarde, como saludo; Dios te lo pague, como gratitud; Dios le ampare, como excusa a la limosna; Dios lo quiera, como deseo; Dios no lo permita, como temor; en nombre de Dios, juramos, como en Dios, bendecimos; por gracia de Dios reinan los reyes; con un descanse en paz (de Dios), dejamos a los muertos; hasta con el nombre de Dios se rebela contra su suerte el blasfemo… Podría afirmarse que en esa civilización la fe se situaba entre el hombre y las cosas como luz y como elevación –como gracia-, sostenida siempre por el lenguaje y las costumbres.

De modo similar, cabe afirmar para grandes sectores del mundo actual que entre la mente de los hombres y las cosas se interpone la cosmovisión marxista y su lenguaje. Estamos asistiendo a una difusión de la mentalidad marxista entre las nuevas generaciones comparable en su rapidez a la extensión del cristianismo en la Europa occidental durante los siglos alto-medievales (V al VIII). En el logro de este espectacular resultado el marxismo no ha dirigido su propaganda de modo predominante a la persuasión de las mentes por vía intelectual. Su objetivo han sido estratos más profundos de la vida psíquica: el subconsciente, la emotividad, la oscura formación de reflejos y su condicionamiento. Es en estas esferas, y a través sobre todo de los sistemas de educación, cómo se logran las adhesiones más ciegas y las actitudes más decididas.

Hay, sin embargo, un objetivo aún más ambicioso o radical en la obra de marxistización de las mentes y del ambiente humano, objetivo no siempre visto ni destacado. Para éste no se sirve ya el marxismo de técnicas psicológicas como el psicoanálisis o el condicionamiento de reflejos, sino que imita a las religiones y a los profetas, en cierto modo al mismo Dios como creador de aquella luz o medio en el que se da la visión y la inteligencia. La formación de este medio interpuesto entre las mentes y las cosas se alcanza sobre todo a través del lenguaje, de la mutación semántica que hemos ampliamente ejemplificado, y de la remitificación de las palabras. Por este camino se ha llegado a crear un medio –más que luz diríamos tinieblas- para el conocimiento y la reactividad media de los humanos, por cuya virtud no pueden éstos dejar de ser –conciente o inconscientemente marxistas, o al menos de servir a su mundo.

Como obra de tinieblas, no exige en general que los hombres se sepan expresamente marxistas; le basta con que su mentalidad no sea un obstáculo, que sirva a la praxis marxista, que es lo único que, aún teóricamente, cuenta. Es decir, que resulte cómoda arcilla para la edificación de la Ciudad futura de la técnica y el materialismo. Nada más útil para este fin de condicionar (o mediatizar) que la mentalidad democrática, por ser el más perfecto disolvente de las convicciones y del sentido de responsabilidad personal. Cuando se logra penetrar de democracia liberal hasta las profundidades psicológicas y anublar así la luz del conocimiento, todo juicio se convierte en opinión, en igualdad de status con los demás,  y todo énfasis afirmativo se hace extraño y recusable.

Se profesa entonces públicamente la religión de la Humanidad, cuyos ideales únicos serán el progreso y el bienestar temporales. La Iglesia de esa religión humanista será la ONU, encargada de servir a la comprensión universal, para cuyo designio habrá que desarraigar universalmente la profesión auténtica de cualquier creencia o convicción, consideradas como prejuicios y origen de discriminación.

La coronación de este empeño habrá sido el convertir a la propia Iglesia Católica en cooperadora del ideal democrático para los países históricamente católicos.

Se obtiene así un tipo de hombre, casi programado en los laboratorios de la comprensión universal –el homo democraticus-, que podría describirse con estas características:

-          Habla el lenguaje trasmutado.
-          Carece del sentido de lo propio y es ciego al valor de la continuidad.
-          Su meta es el desarrollo y el confort personales, incluido algún placer u hobby.
-          “Pasa” de todo lo demás, a lo que considera opiniones, prejuicios, fijaciones.
-          Considera a la vida como una “realización” de sí mismo o una liberación de sus impulsos.
-          Posee una vaga conciencia de oprimido por culpa de ellos (ils) que son, por mitades, los que mandan y los grandes plutócratas internacionales.
-          Muestra un conformismo ilimitado ante los hechos consumados, considerándolos irreversibles.
-          Se rebela contra todo lo que le afecte económicamente o en sus derechos, pero siempre gregariamente, bajo consignas y sin riesgos.
-          Ve todo pasado como siniestro, el presente como oportunidad y el futuro como un “reto de la Historia”.
-          Cree que la paz es un valor absoluto y la guerra su contravalor.
-          Entiende la religión como filantropía o, en otro caso, como despotismo del clero.
-          Se nutre mentalmente de la televisión y del deporte.
-          Juzga toda desigualdad como “discriminación”, y toda discriminación como opresión de los “poderosos”.
-          Repudia la violencia, “venga de donde viniere”. Se muestra, sin embargo, celoso guardián de sus derechos, que siempre considera mermados.
-          Adopta como criterio situarse en un punto medio dentro del “espectro” de opiniones u “opciones” que le brindan los mass media.
-          Se cree cualitativamente joven, establece una complicidad mediante el tuteo con los de su generación, y hace de esa juventud una patente de corso o un arma.
-          Viaja mucho y a la mayor velocidad posible. Nunca se encuentra a gusto donde está en su tiempo libre.
-          Se hace un problema del empleo del ocio y muy rara vez se pregunta por el sentido de las cosas.

Este tipo de hombre no está localizado, carece de patria y de tiempo: es universal en su extrema uniformidad. Y aunque en sí indefinidamente maleable y partidario del cambio y de la revolución permanente, no evoluciona en sí mismo ni posee objetivo para transformarse o resistir. Como el animal, repetirá eternamente la melodía vital de su especie.

La principal característica del medio en que ese hombre vive es la inexistencia en él de unas nociones de bien o de verdad absolutas que otorguen criterio para los designios y jerarquía a los valores. Por ello mismo se tratará de un universo sin sentido. Aunque el calificativo más usado por ese hombre sea el de “positivo” (en sustitución de verdadero y de bueno), resulta curioso observar que todos los “altos conceptos” que maneja en sus alocuciones sean, en su fondo, negativos.

Paz quiere decir, en su mentalidad, ausencia de guerra; justicia significa igualdad, es decir, negación de toda diferencia; bienestar es símbolo de confort, ausencia de obstáculos o penurias vitales; desarrollo supone superación de limitaciones económicas; democracia, la eliminación de principios absolutos o trascendentes; libertad, ausencia de contrición. Sus virtudes –la comprensión universal y la tolerancia- significan la eliminación social de las convicciones y las certezas.

Estos “altos conceptos” son, además, teleológimante intercambiables. Es decir, que todos pueden ordenarse a todos y ninguno prima sobre los demás. Lo mismo puede decirse que la justicia tiene como objeto la paz, que sostener que la paz es la base de la justicia; que la democracia sirve al desarrollo, o que el desarrollo conduce a la democracia; que la tolerancia engendra la libertad, o que la libertad es el camino de la tolerancia; que el progreso es la paz, o que “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, etcétera.

En última instancia, se dirá igualmente que la sociedad democrática sirve al Hombre como que el hombre sirve a la sociedad democrática.

Este universo sin finalidad ni sentido provocó el reproche que Saint-Exupéry dirigió al socialismo: “No os condeno por favorecer lo utilitario, sino por tomarlo como fin. Porque, ciertamente, son necesarias las cocinas del palacio, pero a fin de cuentas es el palacio lo que vale y las cocinas deben servirlo. Os conjuro a que me digáis qué es lo importante de vuestra obra. Y permaneceréis mudos ante mí. O me diréis: respondemos a las necesidades de los hombres; los albergamos. Sí, os diré: como se responde a las necesidades del ganado, al que se instala en el establo, sobre su paja”.

Por supuesto, este marasmo “humanista” de nociones interrelacionables entraña la negación de cualquier fin absoluto, de una noción trascendente. El hombre se sirve a sí mismo, y toda afirmación de algo propio, profesado o servido, que excede de ese tejido  de condicionamientos utilitarios será recibida como sospechosa. El ablandamiento y la maleabilidad de las palabras conlleva el de los conceptos y el de las almas. La cosmovisión resultante expulsa de sí cualquier noción de entrega, de fervor, de heroísmo, el “ansia altiva de los grandes hechos”. Cuando los Estados democráticos han de hacer frente a un ataque militar del exterior recurren vilmente a una no completa asimilación de su teoría por parte de su población. Ya que tal teoría jamás consentiría la lucha ni el riesgo de la vida por un imperativo de la Patria o del Honor.

Retorna a nuestra memoria la fábula que sobre la sociedad democrático-tecnológica escribió René Barjavel en su novela Le Diable l´emporte: al igual que en París se guarda el prototipo del metro como unidad de medida, así la civilización de la ONU conservará un paradigma –científicamente inmortalizado- del hombre civilizado: un bello mancebo de plácida mirada, cómodamente sentado, que repetirá con voz dulcísimo ante los visitantes del museo lo esencial de su pensamiento: Je suis heureux, Je suis heureux, Je suis heureux… *

Se ha comparado también esta cosmovisión que nace de la manipulación semántica con el castigo bíblico de la Torre de Babel al que aludimos en el comienzo de estas páginas.

En aquel castigo el lenguaje se trocó en lenguas múltiples y los hombres no se entendían. En la presente hora de la democracia y el socialismo las lenguas todas, sometidas a un mismo proceso de trasmutación, se reducen a una sola, insignificativa o engañosa. Y los hombres no se entienden porque nada pueden ya ver ni entender en las tinieblas que se van extendiendo sobre la tierra. La Confusión de hoy no multiplica las hablas ni disemina a los hombres por el mundo, sino que más bien contrae todas las lenguas a una sola y concentra a los hombres en núcleos masivos para la edificación de una Torre impía e inacabable: la re-creación del hombre mismo y de su mundo  por la praxis materialista.

Pidamos licencia...


Avivadas psicológicas...


 Neuquén: Denuncia contra psicólogos por licencias médicas.

NEUQUÉN (AN).- El intendente Horacio Quiroga y su secretario de Gobierno, Marcelo Inaudi, presentaron ayer ante la Fiscalía una denuncia penal contra psicólogos de la ciudad que entregaron certificados de prologadas licencias médicas a empleados municipales. La mitad de ellos no se corresponderían con enfermedades reales, según la municipalidad.

"Desde que asumimos la gestión, uno de los temas que motivó especial interés era la verdadera proliferación de certificados psicológicos presentados por 39 empleados, que daban cuenta de graves y larguísimos padecimientos que les impedirían desempeñar cualquier tipo de tareas en el ámbito de la municipalidad", explicó ayer Inaudi.

Frente a esto, el Ejecutivo realizó una junta médica con dos médicos laboralistas, un médico clínico y un psiquiatra. Los profesionales concluyeron que correspondía otorgar el alta médico laboral a más del 50 por ciento de los empleados evaluados.
El municipio le solicitó a la Justicia que investigue si existen casos similares en el seno de las dependencias del gobierno provincial.

En la presentación judicial, Inaudi pone de ejemplo el caso de una agente municipal que acumuló 1.187 días de licencia psicológica. El secretario de Gobierno comentó que en este caso puntual, durante la investigación interna, la facultad de Medicina informó al municipio que esta persona se encontraba cursando en horario matutino el cuarto año de la carrera.

La acumulación de días no trabajados por los 39 agentes municipales asciende a 13.639, lo que significa un promedio de 350 días por cada uno de los empleados. "Esto representa al municipio un gasto promedio de salario neto de 3.398.000 pesos, más las cargas patronales, sin contraprestaciones realizadas. A esto hay que sumarle el costo de recargo de horas extras de otros agentes", detalló Inaudi.

El secretario de Gobierno agregó además que se detectaron casos en los que un mismo profesional diagnosticó la misma enfermedad psicológica a distintos empleados y en fechas cercanas unos de otros. En otros casos, el certificado de licencia no estaba acompañado por un tratamiento indicado.
Los diagnósticos más comunes entre los 39 casos fueron depresión y falta de adaptación al ámbito laboral.

"También detectamos personal que presenta una prescripción de reposo laboral por parte de su profesional tratante, pero mantiene activo otro trabajo", concluyó el funcionario.

Link.

Un día de clases en Kenia.
































martes, marzo 19

Sobre sitios recomendados.

Sabrán los lectores que al final del este blog se encuentra una pequeña lista de sitios, amigos algunos, otros no tanto, pero todos muy frecuentados por nosotros, y en nuestra opinión, recomendables por el contenido, de doctrina intachable.

Bueno, en esta ocasión, gracias al benevolente consejo de un comentarista, hemos dado con un sitio denominado:

Alexandria.org

que todos creo que podremos frecuentar para sacar algún provecho. Tiene conferencias y textos digitales para descargar. Vale la pena pasar. Gracias entonces a M. T. por el consejo.

Luego también, y a cuento de lo que vamos a decir sobre el final de este pequeño comentario, agregamos dos sitios de noticias sobre nuestra Santa Madre Iglesia, de corte tradicionalista y que no comen vidrio, al menos hasta ahora, ¡Dios les conserve la visión clara!

Son, en habla hispana, Secretum Meum Mihi y en habla inglesa, Rorate Caeli.

Y vamos a colocar estos dos sitios para reemplazar a otro que se ha vuelto insoportable en la obsecuencia y el reacomodamiento político eclesial. Indudablemente los intereses del bloguero son cada vez más grandes. Me refiero a la famosa Cigüeña de la Torre, que seguiremos frecuentando, pero no recomendando, al menos mientras continue defendiendo el Camino Neocatecumenal y ahora, a Bergoglio, al menos con idioteces como esta.

Bueno, eso es todo, espero que disfruten la lectura si no conocía estos sitios y me hagan llegar sus comentarios si hay algún reparo.


En el día de San José.


ORACIÓN A SAN JOSÉ
(del Papa León XIII)



A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado San José, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio. Por el afecto que os unió la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por el amor paternal que profesásteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.

Proteged, oh prudentísimo Custodio de la Sagrada Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas. Y del mismo modo que, en otra ocasión, librásteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad. Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos por vuestro auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.

sábado, marzo 16

Asamblea del Año XIII: Abolición de los tormentos.


Tercera nota:

Reformas judiciales: abolición del tormento.

"No fueron los instrumentos de tortura de la Inquisición, cómo erróneamente se ha dicho."



por José María Rosa ***


El 21 de mayo se votó la ley que prohibía “el detestable uso de los tormentos –dice el Redactor- adoptados por la tirana legislación española para el esclarecimiento de la verdad e investigación de los crímenes”. Se ordenó que por mano del verdugo se quemasen en la plaza de la Victoria “los instrumentos destinados a ese efecto”.

No fueron los instrumentos de tortura de la Inquisición, cómo erróneamente se ha dicho. No había en Buenos Aires Tribunal del Santo Oficio, limitándose las autoridades inquisitivas a remitir los inculpados a Lima.
Fue tomada de las Cortes de Cádiz, que el 22 de abril de 1811 había sancionado la abolición “para siempre de los tormentos en todos los dominios españoles”, especificando “las esposas, perrillos, calabozos extraordinarios y otros” (los “perrillos” eran bozales que mantenían cerrada la boca). Para imitar a los españoles se ordenó la destrucción  por mano del verdugo; pero ocurrió que en la cárcel no había esposas ni perrillos, y debió quemarse simbólicamente una silla porque a sillas se amarraban los reos sometidos a la extraordinaria cuestión por orden judicial. Como se circuló la orden a las ciudades del interior, éstas contestaron que no podían destruir instrumentos de tortura porque no los había. Los cepos no se destruyeron, tal vez por ser modalidades americanas que pasaron inadvertidas a los constituyentes de Cádiz.
Posteriormente las Cortes de Cádiz suprimieron los azotes, horca “y toda pena infamante”; el Triunvirato prohibió el 9 de octubre la “práctica bárbara de imponer a los niños la pena de los azotes… impropias para quienes se educan para ser ciudadanos libres y se ven abatidos, vejados y oprimidos por una pena corporal tan odiosa y humillante”. Los azotes a mayores se dejaron.

*** Rosa, José María: Historia Argentina. Tomo III, Capítulo I, pág. 28.

Francisco I.



(de Francia)

Que Dios le perdone sus pecados.

Y esto será lo último que diremos por ahora de Francisco I. 

Volvamos a lo nuestro: Dios y la Patria.

viernes, marzo 15

Padre Castellani: ante otro aniversario de su fallecimiento.




Acepto por Cristo – la vida más triste – que existe en la tierra,
La vida más dura – más pobre y oscura – la vida más perra.
La vida que dijo – que le daba lástima – San Juan de la Cruz,
A la que la misma – Teresa confiesa – no le encuentra luz.
Acepto la vida – que es lucha perdida –continua derrota,
El terrible ayuno – sin premio ninguno – muerte gota a gota.
Renuncio a las bodas – con Julia y a todas – las compensaciones,
Todos los resortes – del vivir, los nortes – sostenes y horcones.
Acepto este plomo – tremendo en el lomo – y la estepa yerma,
Sin oasis, como – la célula enferma – de una época enferma…

El Cura Loco.

miércoles, marzo 13

La religión acomodada.



“Los cristóbales deben soportar “la última desintegración de la Cristiandad Contemporánea”, y afrontar “el drama de la fe solitaria”, separada casi totalmente de la estructura humana de la Iglesia.

“Creer solo contra todos los hombres es una cosa terrible; pero peor todavía es imaginarse que uno cree en el seno de una religión acomodada, es decir adulterada y corrompida”

L. Castellani
(Filosofía Contemporánea, Existencialismo. Inédito)


Reacciones ante la elección de Bergoglio.


No vamos a ser hipócritas: todo esto que estamos viviendo es una locura. Lo de Francisco I es una locura.

Locura que vamos a tomar con humor, pues siempre permanece eso de que mientras uno se pone más serio, Dios se pone más chistoso...

Kyrie eléison.

Esperar unos minutos para que carguen las imágenes...






domingo, marzo 10

Centros de estudiantes: adiestramiento y gimnasia revolucionaria.


“Si el fin es la revolución, el medio es la lucha. El estudiante debe ejercitarse y disciplinarse para la lucha. Debe practicar la gimnasia revolucionaria, que comienza por aquellas pequeñas huelgas de veinticuatro horas, que parecen inofensivas, pero que van habituando al estudiante a la docilidad en la acción y a la indisciplina en sus estudios.”



por Francisco J. Vocos ***

¿Qué fin persigue el estudiante reformista?
Cualquiera sea el que tenía cada uno al ingresas, desde el momento en que se incorpora al movimiento, subordina su fin personal al fin de la Reforma.
Ahora bien, ya he señalado por qué en la confusión ideológica de la Reforma ha prevalecido la orientación revolucionaria que asigna al movimiento la misión de llevar a cabo la revolución social. O lo que es lo mismo, la revolución comunista. Por lo cual el estudiante es dirigido, la mayor parte de las veces en el andar de las cosas y sin mucha advertencia de su parte, hacia el nuevo fin.

Un fin intermedio es la revolución universitaria, que debe conferir a los estudiantes el gobierno de las universidades. Este fin intermedio llena un doble objeto (cómo también lo he adelantado): impedir la formación intelectual del estudiante y ejercitarlo en la lucha. Lo primero lo mantiene en la incapacidad necesaria para no comprender las finalidades perversas; lo segundo lo convierte en elemento eficaz.

Claro está que esta sustitución del fin personal por el fin de la Reforma no se ha producido sin una justificación, para aquellos que logran discernir razones. Y por ello se les dio aquella de la que ya he hablado anteriormente, cuando se les previno sobre la inutilidad de la educación en el régimen social existente.

¿Qué es lo que mueve al estudiante reformista hacia el fin de la Reforma? O, en otros términos, ¿qué es lo que mueve al estudiante a ese tipo de acción que lo convierte en el estudiante reformista?
Si la reforma dejara librado a sus fieles el impulso se su fervor, ya no oiríamos hablar de ella. Pero la Reforma no está sola ni actúa independientemente. Es un órgano dentro de una vasta organización. Obedece a los altos comandos de la Revolución, por intermedio de sus agentes de enlace. La Reforma es instrumento de la Revolución, como el estudiante es instrumento de la Reforma.
La Reforma se manifiesta por sus entidades oficiales, sus centros. Ellos reciben las consignas y las transmiten. Los centros determinan los días en que el alumno puede concurrir a clase o debe faltar. Ellos establecen lo que los alumnos deben pensar de sus profesores, de las autoridades universitarias, del gobierno y de los movimientos mundiales.
Ellos decretan la destrucción o la supervivencia de los cuadros, los vidrios, los bancos y demás elementos que existen en los edificios. Ellos son los oráculos que se comunican con el Olimpo Reformador, mientras los estudiantes se debaten entre la ignorancia, los miedos, los tabúes, los mitos y todo ese clima de estudiadas presiones que se ejercitan y gradúan con diabólica precisión.
Y a todo esto se le llama representación estudiantil y práctica de las instituciones democráticas.

Finalmente, la Reforma adiestra al estudiante para a consecución de sus fines. Si el fin es la revolución, el medio es la lucha. El estudiante debe ejercitarse y disciplinarse para la lucha. Debe practicar la gimnasia revolucionaria, que comienza por aquellas pequeñas huelgas de veinticuatro horas, que parecen inofensivas, pero que van habituando al estudiante a la docilidad en la acción y a la indisciplina en sus estudios.

En estas luchas, todas de orden material y de ejercicio de la violencia, es donde tiene su campo propicio el resentimiento. Cada uno es movido por el suyo, lo suma al de los demás y lo concentra en el fuego del Movimiento.
De este modo la Reforma da un nuevo giro al problema universitario. Ya hemos visto cómo se había operado una sustitución del fin pedagógico al colocar en primer término, en la preocupación de los universitarios, la conquista de las posiciones directivas. La Reforma saca el problema y la preocupación fuera de la Universidad. Ya no le interesará la Verdad, sino la acción. El estudiante no deberá trabajar por adquirir hábitos intelectuales o morales, sino hábitos de lucha, de acción violenta. La gimnasia intelectual es suplantada por la gimnasia revolucionaria.
Pero esta gimnasia revolucionaria es practicada dentro de la Universidad, que se convierte en campo experimental. Y esto se logra haciendo intervenir otro sofisma. La habituación para la lucha también se realiza con aparente justificación.
Para que el estudiante no sienta de nuevo el aguijón del sentido común, la Reforma lo hace luchar por “reivindicaciones” estudiantiles y le advierte que están fundadas en la más moderna pedagogía.
La Reforma postula la libre actividad del estudiante, sin obligaciones de ninguna especie. Y así suprime, con la pedagogía activista en la mano, toda actividad intelectual. Porque lo real es que si el estudiante no tiene obligaciones, no se las crea él; si no se le da un plan de estudios, ni sabe hacerlo ni se afligirá por ello; si no entra por la puerta estrecha del sacrificio, del estudio humilde y penoso, no entra por ninguna.
Suprimida la formación de la inteligencia, habituado el estudiante a la holganza de la asistencia libre y de las huelgas gimnásticas, mantenido cuidadosamente en la confusión y en actitud guerrera contra cualquier cosa, puede colegirse el resultado.
De este modo el alumno continúa en la ignorancia que traía al ingresar, pero convencido de que es el salvador de la Universidad y de las instituciones; imposibilitado por principio para el esfuerzo intelectual y para todas las disciplinas de la ciencia y del saber, pero íntimamente satisfecho de sus perfecciones reformistas; prisionero de sus propias pasiones, y de sus dirigentes pero altamente orgulloso por sus altivas luchas por la libertad.
Vale decir, lleno de una vanidad infundada y ridícula.
En la concepción reformista, el estudiante aparece así, por las virtualidades de los principios puestos en juego y por la fuerza incontrastable de las cosas, como el  tipo antiuniversitario por excelencia.

*** Vocos, Francisco J.: El Problema Universitario. 2º Ed. Bs. As., Colección Ensayos Doctrinarios, 1981, pp. 128-131.

Subrayados recontranuestros. 

Caso Píparo: las caras del hampa.

Esta semana, Diario Hoy publicaba en la versión online, las caras del hampa en este tenebroso caso. Creo que la descripción gráfica es suficiente para ver la impunidad con que se mueven estos tipos. Ni que decir de la crónica del diario:

Piparo, el juicio: ¿Para balear a una embarazada hay que tener huevos?


Por nuestra parte, remitimos al lector a lo que dijimos en su momento: 


Y seguimos luchando por nuestra triste patria cautiva en manos de rufianes y malhechores (con o sin corbata).

(pleno juicio)

(pleno juicio II)


(pleno juicio III)